viernes, 8 de junio de 2018


¿Sabías que…?

Existían hasta hace poco unas personas que se dedicaban a liberar a los moribundos apoderados de sus pecados cometidos y que por eso se les conocía por “Devoradores de pecados o Comepecados”:

Estos personajes realizaron su labor principalmente en Inglaterra y Escocia, aunque también en el viejo continente encontramos casos similares (Baviera, Balcanes, Holanda, ...).

Hay que indicar que, aunque nos han llegado relatos escritos de su existencia y del desempeño de sus funciones, hemos de situarlos más en el mundo de las leyendas y las supersticiones que en el campo de la Historia.

Su perfil era el de una persona con pocos recursos económicos (generalmente del ámbito de la mendicidad) quien accedía a liberar mediante la ingesta de comida y bebida de sus pecados a los que estaban a punto de morir o ya difuntos para que su alma pudiese descansar en paz a cambio de una compensación económica.

El ritual seguido consistía en llevar a ese “comepecados” hasta el lecho del difunto donde un familiar habría colocado un pan encima del pecho del cadáver (o frotado su piel con él). También pasaba una jarra con cerveza sobre el cuerpo varias veces para que absorbiese esa hipotética carga de culpa. Tras ello, se entregaba la hogaza de pan y la jarra al “comepecados” quien, tras unas oraciones rituales, los consumía.

La figura del “comepecados”, según se documenta en distintos escritos de los siglos XIX y XX, era evitada por el resto de la gente como si se tratase de enfermos contagiosos o malditos. Vivían alejados de las poblaciones y aldeas, aunque su vida mayoritariamente era itinerante moviéndose de una región a otra. Era temido y respetado por todos. Se les prohibía acceder a lugares públicos, como posadas o fondas, dejándole pernoctar en graneros y chozas. Se consideraba que su dinero estaba manchado por el pecado, por lo que raramente sufrían robos o asaltos en sus desplazamientos.

En 2003 su leyenda fue llevada al cine de la mano del director Brian Helgeland bajo el título de “El comedor de pecados”, protagonizada por Heath Ledger.

 

El origen de los bikinis hay que buscarlo en la antigua Roma, muchos siglos atrás:

Esa prenda de baño femenina que actualmente llamamos bikini (no así en la antigüedad ya que no sería hasta 1946 cuando se realizaron unas pruebas nucleares en el atolón polinesio de Bikini, cuando se le asignaría esa denominación a la invención de Louis Réard por su carácter “explosivo”), remonta sus orígenes a las sociedades antiguas, tanto romana como griega.

En los mosaicos aparecidos en la Villa Cassale, villa tardo-romana del s.IV ubicada en Sicilia y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, propiedad de la alta aristocracia romana, quedan probados los tempranos inicios de esta prenda de baño. En ellos, se muestran a unas diez chicas, probablemente patricias atletas, luciendo estas prendas ejercitándose en los distintos deportes.

Estos bikinis, eran en la forma similares a los actuales con la diferencia que, al parecer, estuvieron hechos de cuero y que evidentemente tuvieron una funcionalidad distinta a la actual (entendidos más como ropa interior)

                                         - juancarl 20/18-

 



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