¿Sabías que…?
Existían hasta hace poco unas
personas que se dedicaban a liberar a los moribundos apoderados de sus pecados
cometidos y que por eso se les conocía por “Devoradores de pecados o
Comepecados”:
Estos
personajes realizaron su labor principalmente en Inglaterra y Escocia, aunque
también en el viejo continente encontramos casos similares (Baviera, Balcanes, Holanda,
...).
Hay
que indicar que, aunque nos han llegado relatos escritos de su existencia y del
desempeño de sus funciones, hemos de situarlos más en el mundo de las leyendas
y las supersticiones que en el campo de la Historia.
Su
perfil era el de una persona con pocos recursos económicos (generalmente del
ámbito de la mendicidad) quien accedía a liberar mediante la ingesta de comida
y bebida de sus pecados a los que estaban a punto de morir o ya difuntos para
que su alma pudiese descansar en paz a cambio de una compensación económica.
El
ritual seguido consistía en llevar a ese “comepecados” hasta el lecho del
difunto donde un familiar habría colocado un pan encima del pecho del cadáver
(o frotado su piel con él). También pasaba una jarra con cerveza sobre el
cuerpo varias veces para que absorbiese esa hipotética carga de culpa. Tras
ello, se entregaba la hogaza de pan y la jarra al “comepecados” quien, tras
unas oraciones rituales, los consumía.
La
figura del “comepecados”, según se documenta en distintos escritos de los
siglos XIX y XX, era evitada por el resto de la gente como si se tratase de
enfermos contagiosos o malditos. Vivían alejados de las poblaciones y aldeas,
aunque su vida mayoritariamente era itinerante moviéndose de una región a otra.
Era temido y respetado por todos. Se les prohibía acceder a lugares públicos,
como posadas o fondas, dejándole pernoctar en graneros y chozas. Se consideraba
que su dinero estaba manchado por el pecado, por lo que raramente sufrían robos
o asaltos en sus desplazamientos.
En
2003 su leyenda fue llevada al cine de la mano del director Brian Helgeland bajo
el título de “El comedor de pecados”, protagonizada por Heath Ledger.
El origen de los bikinis hay que
buscarlo en la antigua Roma, muchos siglos atrás:
Esa
prenda de baño femenina que actualmente llamamos bikini (no así en la
antigüedad ya que no sería hasta 1946 cuando se realizaron unas pruebas
nucleares en el atolón polinesio de Bikini, cuando se le asignaría esa
denominación a la invención de Louis Réard por su carácter “explosivo”),
remonta sus orígenes a las sociedades antiguas, tanto romana como griega.
En
los mosaicos aparecidos en la Villa Cassale, villa tardo-romana del s.IV
ubicada en Sicilia y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997,
propiedad de la alta aristocracia romana, quedan probados los tempranos inicios
de esta prenda de baño. En ellos, se muestran a unas diez chicas, probablemente
patricias atletas, luciendo estas prendas ejercitándose en los distintos
deportes.
Estos
bikinis, eran en la forma similares a los actuales con la diferencia que, al
parecer, estuvieron hechos de cuero y que evidentemente tuvieron una
funcionalidad distinta a la actual (entendidos más como ropa interior)
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