La
Guardia Suiza: el ejército profesional más pequeño y antiguo del mundo te va a
sorprender.
La Guardia Suiza, actual cuerpo
de seguridad del Papa y de la Santa Sede, tiene sus orígenes en 1506, época de inestabilidad
caracterizadas por guerras y luchas de poder de las que no se libraban ni los
propios pontífices. Buscando garantizar su seguridad y la de los Estados
Vaticanos, el Papa Julio II firmó un acuerdo con la Confederación Suiza para
poder contar con los mejores mercenarios a sueldo del momento, los suizos, que
fueron los primeros integrantes (en un número de 150) del cuerpo militar que se
fundó el 22 de junio y que recibió la denominación de “Guardia Suiza Pontificia”.
La Guardia Suiza, encargada
de garantizar la seguridad de la persona física del Papa, la seguridad de los
edificios del Vaticano y de la villa pontificia de Castel Gandolfo, no fue el
único cuerpo militar con que contó el Vaticano, existiendo la denominada
Guardia Palatina de Honor (vigilancia del Vaticano), la Guardia Noble del Cuerpo
de Su Santidad y la Gendarmería Pontificia (Carabinieri Pontifici).
En la actualidad, poco más
de cien soldados conforman la Guardia Suiza. Su comandante, con el rango de
coronel, es la máxima autoridad del cuerpo. También cuenta con un
vicecomandante, un capellán, un teniente coronel, un oficial con grado de
comandante, dos oficiales con rango de capitán, 23 mandos intermedios
suboficiales, 70 alabarderos y dos tamborileros.
Para ser miembro de la
Guardia Suiza hay que cumplir con una serie de requisitos específicos: ser
hombre (aunque actualmente se están planteando permitir el acceso a ambos
sexos), tener la ciudadanía suiza, tener una edad entre los 19 y 30 años, haber
concluido la instrucción básica de las Fuerzas Armadas Suizas, haber obtenido
certificados que demuestren una “reputación irreprensible (de párrocos,
alcaldes,…), nunca haber estado casado, tener un título de formación
profesional o grado de secundaria, medir al menos 1,74cm y ser católico. Como
aclaración, indicar que los guardias pueden tener novia, pero no casarse.
Únicamente pueden hacerlo aquellos que ostentan grados superiores como capitán
o comandante, mayores de 25 años y como mínimo con tres de servicio. Una vez seleccionados
tras superar el curso en la escuela de reclutas del cuerpo en Suiza, juramentan
ante el Sumo Pontífice los 30 nuevos guardias suizos cada 6 de mayo,
comprometiéndose a un servicio mínimo de 25 meses.
Lo integrantes de la Guardia
Suiza realizan un alto entrenamiento profesional y táctico, recibiendo
lecciones de autodefensa, de instrucción básica en tácticas defensivas de guardaespaldas,
así como del uso y manejo de armamento actual (aunque también en el uso de la
alabarda y el estoque, al no ser únicamente decorativas). Destaca el uso de las
armas más modernas de infantería, como pistolas, ametralladoras, subfusiles y
fusiles de asalto, además de explosivos. Actualmente cada guardia suizo trae
oculto en su uniforme un pulverizador de gas lacrimógeno y a partir del grado
de sargento, una pistola y dos modernas granadas.
Respecto a su uniforme
multicolor (amarillo, rojo y azul), hay que señalar que, aunque se extendió la
leyenda que asignaba al propio Miguel Ángel su diseño, las evidencias nos
indican que no fue así. El diseño actual (de claro estilo renacentista) es obra
de Jules Répond, quien fue comandante de la Guardia Suiza a principios del
siglo XX. Dichos uniformes se hacen a medida de cada uno de los integrantes,
pasando a ser de su propiedad tras el quinto año de servicio. También se les
fabrica una armadura de acero a medida para su uso en ocasiones especiales (para
su juramentación el 6 de mayo, para Navidad y para la Pascua). Dicha armadura
está compuesta por siete partes y pesa alrededor de 15 kilos. El uso de este
característico uniforme queda relegado a sus funciones públicas en el Vaticano,
utilizando otro azul para sus jornadas de formación y servicios interiores.
Principalmente realizan
tareas de vigilancia durante las 24 horas en uno de los 27 puestos establecidos
en las puertas, logias y salas vaticanas. Al principio están acompañados de un
mando y sólo llegan a escoltar al Papa tras ocho años de servicio.
Respecto a su remuneración económica,
podríamos considerarla poco destacable (poco más de mil euros), estando
considerado como un servicio vocacional al Papa más que una forma de ganarse la
vida (durante las ceremonias vaticanas, cada vez que el Santo Padre pasa frente
a ellos, los soldados de la Guardia Suiza le saludan de rodillas, en señal del
profundo respeto y máximo honor). Hay que señalar que en contraprestación están
libres de pagar impuestos, IVA, franqueo de correo postal, etc. Habitan en su
cuartel, formado por tres barracones ubicados a la derecha de la plaza de San
Pedro entrando por la puerta de Santa Ana y disfrutan de una alimentación de
calidad preparada por monjas.
En el poco tiempo libre del
que disponen los soldados, pueden apuntarse al equipo de fútbol F.C. Guardia
fundado en 1975 y que juega partidos amistosos con la escuadra de fútbol suiza
y otros equipos (sobretodo militares) de Italia y de Europa, además del torneo
vaticano. Disponen de una sala de juegos y un gimnasio, pudiendo hacer uso de
una piscina ubicada en un convento cercano. Se les permite salir a dar una
vuelta por Roma, pero sin trasnochar.
A modo de conclusión, quiero
destacar que la católica es la única religión actual que dispone de un cuerpo armado
propio, cuyo coste anual aproximado ronda los seis millones de euros, gasto en
ocasiones criticado por algunos sin tener en cuenta que, si no realizasen ellos
esas funciones de seguridad, deberían realizarlas personal de seguridad
privada, a un coste igual o mayor. Además, todo aquel que ha visitado las
dependencias vaticanas y ha observado las miles y miles de personas que
diariamente las visitan, comportando los correspondientes ingresos económicos
en las arcas papales, entenderá que este gasto se podría considerar superfluo
dentro del voluminoso presupuesto anual que debe presentar la institución
eclesiástica.
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