viernes, 22 de junio de 2018


La Guardia Suiza: el ejército profesional más pequeño y antiguo del mundo te va a sorprender.

 Ciudad del Vaticano, época actual. Seguro que todos los lectores identificáis claramente cada vez que sale en las noticias algo referente al Papa o al Vaticano a los vistosos soldados de la guardia personal del pontífice, los cuales le dan un toque de marcialidad y principalmente de color a los distintos ambientes monumentales en los que predominan los tonos suaves de la sillería y del mármol. También creo que todos coincidiremos en que resulta totalmente anacrónico para estos tiempos verlos con sus espadas al cinto y sus largas alabardas. Pero nada es lo que parece y al finalizar vuestra lectura entenderéis el sentido de estas palabras.

La Guardia Suiza, actual cuerpo de seguridad del Papa y de la Santa Sede, tiene sus orígenes en 1506, época de inestabilidad caracterizadas por guerras y luchas de poder de las que no se libraban ni los propios pontífices. Buscando  garantizar su seguridad y la de los Estados Vaticanos, el Papa Julio II firmó un acuerdo con la Confederación Suiza para poder contar con los mejores mercenarios a sueldo del momento, los suizos, que fueron los primeros integrantes (en un número de 150) del cuerpo militar que se fundó el 22 de junio y que recibió la denominación de “Guardia Suiza Pontificia”.

 Desde su creación hasta la actualidad, han desempeñado la misión que les fue encomendada, pudiendo destacar como su intervención más relevante la protección brindada al Papa Clemente VII en 1527 cuando, durante el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V de Alemania, demostraron su valor y fidelidad al Papa hasta el punto de defenderlo con su propia vida, enfrentándose los 189 guardias suizos a los atacantes (más de 20.000), consiguiendo ganar el tiempo necesario para poder evacuar al pontífice del Vaticano hasta el castillo de Sant’Angelo a través del “Passetto” (corredor subterráneo que comunicaba las dos construcciones). De dicha gesta, únicamente sobrevivieron un cuarto de los efectivos suizos, siendo sustituidos finalmente tras la rendición de Clemente VII por cuatro compañías de alemanes y españoles.

La Guardia Suiza, encargada de garantizar la seguridad de la persona física del Papa, la seguridad de los edificios del Vaticano y de la villa pontificia de Castel Gandolfo, no fue el único cuerpo militar con que contó el Vaticano, existiendo la denominada Guardia Palatina de Honor (vigilancia del Vaticano), la Guardia Noble del Cuerpo de Su Santidad y la Gendarmería Pontificia (Carabinieri Pontifici).

En la actualidad, poco más de cien soldados conforman la Guardia Suiza. Su comandante, con el rango de coronel, es la máxima autoridad del cuerpo. También cuenta con un vicecomandante, un capellán, un teniente coronel, un oficial con grado de comandante, dos oficiales con rango de capitán, 23 mandos intermedios suboficiales, 70 alabarderos y dos tamborileros.

Para ser miembro de la Guardia Suiza hay que cumplir con una serie de requisitos específicos: ser hombre (aunque actualmente se están planteando permitir el acceso a ambos sexos), tener la ciudadanía suiza, tener una edad entre los 19 y 30 años, haber concluido la instrucción básica de las Fuerzas Armadas Suizas, haber obtenido certificados que demuestren una “reputación irreprensible (de párrocos, alcaldes,…), nunca haber estado casado, tener un título de formación profesional o grado de secundaria, medir al menos 1,74cm y ser católico. Como aclaración, indicar que los guardias pueden tener novia, pero no casarse. Únicamente pueden hacerlo aquellos que ostentan grados superiores como capitán o comandante, mayores de 25 años y como mínimo con tres de servicio. Una vez seleccionados tras superar el curso en la escuela de reclutas del cuerpo en Suiza, juramentan ante el Sumo Pontífice los 30 nuevos guardias suizos cada 6 de mayo, comprometiéndose a un servicio mínimo de 25 meses.

Lo integrantes de la Guardia Suiza realizan un alto entrenamiento profesional y táctico, recibiendo lecciones de autodefensa, de instrucción básica en tácticas defensivas de guardaespaldas, así como del uso y manejo de armamento actual (aunque también en el uso de la alabarda y el estoque, al no ser únicamente decorativas). Destaca el uso de las armas más modernas de infantería, como pistolas, ametralladoras, subfusiles y fusiles de asalto, además de explosivos. Actualmente cada guardia suizo trae oculto en su uniforme un pulverizador de gas lacrimógeno y a partir del grado de sargento, una pistola y dos modernas granadas.

Respecto a su uniforme multicolor (amarillo, rojo y azul), hay que señalar que, aunque se extendió la leyenda que asignaba al propio Miguel Ángel su diseño, las evidencias nos indican que no fue así. El diseño actual (de claro estilo renacentista) es obra de Jules Répond, quien fue comandante de la Guardia Suiza a principios del siglo XX. Dichos uniformes se hacen a medida de cada uno de los integrantes, pasando a ser de su propiedad tras el quinto año de servicio. También se les fabrica una armadura de acero a medida para su uso en ocasiones especiales (para su juramentación el 6 de mayo, para Navidad y para la Pascua). Dicha armadura está compuesta por siete partes y pesa alrededor de 15 kilos. El uso de este característico uniforme queda relegado a sus funciones públicas en el Vaticano, utilizando otro azul para sus jornadas de formación y servicios interiores.

Principalmente realizan tareas de vigilancia durante las 24 horas en uno de los 27 puestos establecidos en las puertas, logias y salas vaticanas. Al principio están acompañados de un mando y sólo llegan a escoltar al Papa tras ocho años de servicio.

Respecto a su remuneración económica, podríamos considerarla poco destacable (poco más de mil euros), estando considerado como un servicio vocacional al Papa más que una forma de ganarse la vida (durante las ceremonias vaticanas, cada vez que el Santo Padre pasa frente a ellos, los soldados de la Guardia Suiza le saludan de rodillas, en señal del profundo respeto y máximo honor). Hay que señalar que en contraprestación están libres de pagar impuestos, IVA, franqueo de correo postal, etc. Habitan en su cuartel, formado por tres barracones ubicados a la derecha de la plaza de San Pedro entrando por la puerta de Santa Ana y disfrutan de una alimentación de calidad preparada por monjas.

En el poco tiempo libre del que disponen los soldados, pueden apuntarse al equipo de fútbol F.C. Guardia fundado en 1975 y que juega partidos amistosos con la escuadra de fútbol suiza y otros equipos (sobretodo militares) de Italia y de Europa, además del torneo vaticano. Disponen de una sala de juegos y un gimnasio, pudiendo hacer uso de una piscina ubicada en un convento cercano. Se les permite salir a dar una vuelta por Roma, pero sin trasnochar.

A modo de conclusión, quiero destacar que la católica es la única religión actual que dispone de un cuerpo armado propio, cuyo coste anual aproximado ronda los seis millones de euros, gasto en ocasiones criticado por algunos sin tener en cuenta que, si no realizasen ellos esas funciones de seguridad, deberían realizarlas personal de seguridad privada, a un coste igual o mayor. Además, todo aquel que ha visitado las dependencias vaticanas y ha observado las miles y miles de personas que diariamente las visitan, comportando los correspondientes ingresos económicos en las arcas papales, entenderá que este gasto se podría considerar superfluo dentro del voluminoso presupuesto anual que debe presentar la institución eclesiástica.

 
                                         - juancarl 20/18 -










 

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