viernes, 15 de junio de 2018


La inquietante historia de la Quinta de Regaleira, de lo documentado a lo presunto:

Sintra (Portugal), época actual. Esta población turística situada en las cercanías de la capital portuguesa, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995, cuenta con un amplio patrimonio cultural producto en parte de haber albergado en otros tiempos la residencia veraniega de los monarcas lusos y por consiguiente de su corte real. Palacios, conventos, castillos y quintas abundan por sus estrechas y empinadas calles, para el deleite de pobladores y visitantes.

Muy próximo a su centro histórico encontramos la denominada “Quinta da Regaleira”, también conocida como el “Palacio do Monteiro dos Milhoes” (Palacio de Monteior de los Millones, por el apellido y el apodo de su primer propietario).

Los primeros vestigios históricos respecto a esta propiedad los encontramos en el año 1697, cuando un tal José Leite aparece como propietario de una vasta propiedad en los alrededores de la villa, que hoy integra la quinta. Desde aquel entonces la propiedad a cambiado en diversas ocasiones de manos hasta llegar a 1892, año en que los barones de Regaleira se la venden a Antonio Augusto Carvalho Monteiro por 25.000 reales, siendo éste quien emprende la construcción de las diversas edificaciones que podemos contemplar en la actualidad (finalizadas gran parte de ellas en 1910). Posteriormente, en 1942, la propiedad pasa a manos de Waldemar Jara d’Orey, quien realiza unas ínfimas obras de remodelación para acoger a su gran familia, sin desvirtuar en ningún momento su concepción original. Unos años después, pasaría a manos de una empresa japonesa que la dejó sin uso hasta que en 1997 el Ayuntamiento de Sintra la adquiere, procediendo a su restauración y adecuación para habilitarla como atractivo turístico visitable y centro para la realización de diversas actividades culturales.

Pero vamos a centrar esta exposición en el momento de su construcción. Carvalho Monteiro, adinerado vecino que había amasado una gran fortuna durante su estancia en Brasil, deseaba construir un espacio grandioso en el cual vivir rodeado de los símbolos que reflejaban sus intereses e ideologías. Para tal compleja misión encargó al arquitecto, pintor y escenógrafo italiano Luigi Manini, el diseño de este complejo que ocupa alrededor de unas cuatro hectáreas de extensión. La actuación conjunta del promotor y del arquitecto generó como resultado la obtención de una obra que podría llegar a ser considerada como maestra.

Este afamado arquitecto, con gran experiencia en edificaciones de cuidada factura y con la tranquilidad de disponer del presupuesto necesario para la materialización de sus diseños, dotó a la propiedad tras finalizar las obras de palacio, capilla, lagos, grutas, fuentes y diversos edificios enigmáticos, todo ello rodeado por extensos jardines de cuidada elaboración compuestos en parte por una extensa variedad de árboles y plantas traídos de Brasil, para quizás combatir la posible nostalgia del propietario.

La inspiración para la construcción del complejo fue claramente cristiana, tratándose de un cristianismo escatológico relacionado con el fin del mundo. Los estilos arquitectónicos utilizados fueron muy diversos, pudiendo encontrar románico, gótico, renacentista y de forma destacada el denominado manuelino portugués.

Carvalho Monteiro fue profesor universitario, intelectual amante de las obras clásicas y de las plantas medicinales, quien volcó todo su saber y conocimientos en la realización de este lugar, donde quiso unir lo real y lo imaginario a través de un mensaje críptico, esotérico o iniciático, relacionado con las antiguas sociedades secretas (masonería templaria, rosacruces, …). Pretendió crear un recorrido místico del conocimiento, una concepción religiosa del mundo de acuerdo a sus valores, legando para la posteridad un lugar único e irrepetible.

De entre las múltiples construcciones que se pueden visitar hay que destacar como más emblemáticas el “Pozo iniciático” (torre invertida de piedra de 27 metros de profundidad con una escalera en espiral sustentada por columnas esculpidas y dividida en nueve rellanos separados por quince peldaños, que evocan referencias a “La Divina Comedia” de Dante), la “Torre da Regaleira”, el “Lago de los Cisnes”, el “Banco 155”, la Capilla de la Santísima Trinidad, el “Rellano de los dioses”, el “Pozo imperfecto”, el “Bosque” y por supuesto el Palacio, edificio principal de la quinta donde podemos señalar entre sus muchos elementos destacables una completa biblioteca, un sorprendente laboratorio alquímico sito en una torre de planta octogonal (clara referencia al mundo masónico) y el “Salón de Caza” con su impoluta y descomunal chimenea blanca.

Sorprende al visitante, y hablo tras haberla visitado, la gran cantidad de símbolos y signos que lucen por toda la propiedad (cruces templarias, dioses grecorromanos, rosa de los vientos, simbología masónica, …) ubicados en su lugar exacto y siguiendo todos un estricto orden y sentido, no dejando nada a la casualidad o a la improvisación. Como buen escéptico que soy, no voy a entrar a valorar hipótesis sobre lo que allí pudo suceder o sobre la utilidad que presuntamente se le dio a ciertos elementos arquitectónicos de las propiedad, pero debo reconocer que es uno de los pocos sitios que me ha sorprendido por el ambiente que se respira, por el perfecto estado de conservación que presenta todo sin disponer (al menos cuando yo la visite) de personal de seguridad o medios electrónicos disuasorios, de los contrastes que encuentras tanto de luz (grutas subterráneas, torre invertida, torre mirador,…) como olfativos o sonoros, en definitiva, por sentirte podríamos decir transeúnte en otra dimensión, en otro mundo totalmente alejando del ajetreo y mundanal ruido que a pocos metros se genera todos los días. El clima mediterráneo con influencia oceánica que presenta Sintra ayuda a crear esa atmósfera especial en la que, en muchos momentos, la niebla y la espesa vegetación te puede hacer olvidar dónde te encuentras exactamente.

Respecto a las innumerables leyendas del lugar, destacar las que hablan de ritos iniciáticos masónicos que se celebraban supuestamente en la profundidad del denominado “Pozo iniciático”, los posibles sacrificios humanos realizados en la mesa de mármol blanco situada frente a la estatua de Vulcano ubicada en el denominado “Paseo de los Dioses” y así un largo etcétera. Todavía actualmente hay quien afirma que, en la oscuridad de la noche, cuando Sintra se queda en silencio una vez se han ido todos los turistas, se escuchan cánticos ceremoniales y se vislumbran tenues luces en distintas construcciones de la quinta.

Termino mi exposición recomendando encarecidamente la visita a la “Quinta da Regaleira”, recomendándoos que reservéis el mayor número de horas que podáis (os aseguro que no os aburriréis). Dentro de todos los atractivos turísticos que nos brinda esta turística población, en mi modesta opinión, será la visita más gratificante e intrigante que vais a poder realizar. Aunque ya la visité hace escasos años, espero que más pronto que tarde pueda volver a deleitarme en sus extensos jardines, en sus oscuras grutas y en sus mil rincones que seguro me seguirán sorprendiendo. Como curiosidad comentaros que de todos los miles de visitantes que tiene la quinta al año, la procedencia de la mayoría de ellos es España. ¡Ahí lo dejo!

 
                                      -juancarl 20/18-







 

No hay comentarios:

Publicar un comentario