viernes, 29 de junio de 2018


“No quiero vivir sin el III Reich”, la oleada de suicidios de alemanes que terminó de masacrar la Alemania de 1945:

Alemania nazi, 1945. La presión de los aliados va reduciendo a marchas forzadas la extensión del territorio controlado por Hitler y sus seguidores. Una vez reconquistados los territorios extranacionales (Polonia, Francia, Hungría, Bélgica…) los atónitos alemanes, que habían rozado la gloria poco tiempo atrás, empiezan a contemplar como sus fronteras históricas están siendo sobrepasadas por las fuerzas militares aliadas (principalmente por las tropas soviéticas) que marchan a un ritmo desenfrenado con un claro objetivo, tomar Berlín y apresar a Hitler.

Los restos del afamado ejército del III Reich van replegándose incapaces de contener tal avance por falta de medios, de coordinación y del necesario apoyo de la aviación, totalmente neutralizada por esas fechas. La falta de efectivos obliga a las autoridades alemanas a reclutar a niños y ancianos veteranos de la I GM para que empuñen las armas en defensa de su patria atacada. Aunque la resistencia germana es feroz, la superioridad militar rusa se impone, conquistando de forma continuada un objetivo tras otro.

Son muchos los habitantes de los territorios que van sucumbiendo al avance soviético los que optan por poner fin a sus vidas en previsión de una supuesta represión de los invasores, bien por haber pertenecido al partido nazi bien por el simple hecho de ser alemán, ya que el aparato propagandístico hitleriano se había encargado de advertir a sus conciudadanos sobre el peligro que se cernía sobre sus cabezas, con la finalidad de motivarlos hasta el límite para intentar conseguir todavía una imposible victoria en el conflicto. Asimismo, les habían aconsejado que, antes de caer prisioneros del “desalmado y vengativo ejército rojo” (no hay que olvidar que en la “Operación Barbaroja” que pretendía la invasión de la URSS por parte de los alemanes habían perecido casi veinte millones de soviéticos), se quitasen honrosamente la vida, para lo cual habían distribuido las Juventudes Hitlerianas entre sus conciudadanos miles de cápsulas de cianuro para cuando llegase el trágico momento.

 Los métodos utilizados para lo que ello llamaban “seblstmord” (auto-asesinato) fueron muy variados: desde los más sencillos como ahorcamientos en los árboles, saltos al vació en puentes, seccionamiento de venas con cuchillas de afeitar, … hasta los más elaborados como la utilización de estas cápsulas de cianuro de potasio, el cual no es mortal por sí mismo pero sí cuando reacciona con los ácidos estomacales al convertirse en cianuro de hidrógeno.

Aunque en su momento las fuerzas ocupantes facilitaron una cifra oficial de suicidios, estudios posteriores han demostrado que fueron muchos más los casos no contabilizados, por lo que podríamos estar hablando de decenas de miles de vidas sacrificadas por un ideal a lo largo del territorio alemán. Quiero destacar un par de ejemplos que tuvieron una repercusión mundial por las circunstancias especiales de sus protagonistas:

- La ciudad de Demmin, situada en el noroeste de Alemania, tuvo el triste honor de albergar el mayor suicidio en masa jamás registrado en Alemania. Hay que indicar que era uno de los mejores feudos de los nazis, donde obtuvieron uno de los mayores apoyos ciudadanos en las elecciones de 1933, convertirse en un importante centro de abastecimiento de oficiales y soldados para el ejército alemán, vista su gran implicación.

A finales de abril de 1945, cuando las tropas del 65º ejército soviético llegaron a sus inmediaciones y sintiéndose desamparados por la retirada tanto de los soldados como de la policía y dirigentes del partido, empezaron los suicidios. La decepción de los más fanáticos por ver cómo se hundía a sus pies ese deseado imperio de la esvástica junto al miedo tras los primeros saqueos, violaciones y ejecuciones llevadas a cabo por los soldados de Stalin, propiciaron el histerismo en masa que desencadenó la tragedia. Familias enteras se suicidaron en los primeros días de mayo. Al tratarse de una población rodeada por los cauces de varios ríos, un gran número optaron por el ahogamiento para poner fin a esa pesadilla que estaban viendo. Muchas madres, tras asesinar a sus hijos, se arrojaban al río con grandes piedras atadas con cuerdas a sus cuellos, conformando un paisaje infernal donde multitud de cuerpos y sus pertenencias quedaron flotando sobre la superficie hasta varias semanas después en que consiguieron recuperar todos los restos humanos enterrándolos en fosas masivas. El historiador Florian Huber, narra en su libro titulado “Hijo, prométeme que te vas a disparar” una muestra de lo vivido en aquellas fechas en esta población, recuperando los testimonios de los escasos supervivientes que, tras la caída del Muro de Berlín, pudieron contar libremente lo acontecido en este triste episodio ya que, durante la dominación soviética, fue un tema tabú totalmente desaconsejado. De una población de alrededor de 15.000 habitantes, se estima que más de 2.000 se suicidaron en esos días. Actualmente, un monumento ubicado sobre las fosas comunes rinde homenaje a lo sucedido en 1945.

- El caso de la familia Goebbles. Paul Joseph Goebbels, político alemán que ocupó el cargo de ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, fue uno de los colaboradores más cercanos a Hitler. Tras el suicidio del führer el 30 de abril de 1945 y ante la negativa de los militares rusos a aceptar una tregua, Paul y Magda Goebbels, decidieron poner fin a sus días y a los de sus seis hijos. Para ello, solicitaron a un dentista de las SS (Helmunt Kunz) que inyectase una dosis de morfina a cada uno de los niños para que quedasen inconscientes y poder así suministrarles una ampolla de cianuro (escena reproducida con gran realismo en el film “El Hundimiento”, dirigida por Oliver Hirshbiegel en 2004).

Tras confirmar el fallecimiento de los seis menores, marido y esposa abandonaron el búnker de Hitler y se suicidaron en el jardín de la Cancillería (varios tiros acabaron con sus vidas), tras lo cual, soldados alemanes, siguiendo indicaciones previas de Goebbles, prendieron fuego a los cuerpos con la intención de incinerar los restos, cosa que no llegaron a conseguir en su totalidad.  

No puedo terminar esta narración sin indicar la dureza de los hechos acaecidos aquí narrados que nos hacen replantearnos hasta dónde llega el adoctrinamiento o el convencimiento del ser humano respecto a unas creencias o idearios, cómo el aspecto psicológico se brinda a la manipulación interesada para conseguir cerrar todas las opciones posibles y dejar únicamente la que le pueda interesar al manipulador.

El 19 de abril del 2015, salió publicado un artículo en el diario El País titulado “Cuando las madres tiraban al río a sus hijos”, el cual guardé en mi archivo y ha sido el inspirador de estas líneas que termino de escribir, del que siempre recordaré una frase relatada por una de las supervivientes de Demmin  (de seis años en aquel momento) que pronunció su hermano dirigiéndose a su desesperada madre y que seguramente salvó a los dos niños de terminar ahogados en el dantesco río Peene que estaban observando horrorizados, con sus aguas teñidas de rojo por la sangre de los incontables cuerpos que flotaban en la superficie: “Mamá, nosotros no, ¿verdad?”. Espeluznante.

 
                                    - juancarl 20/18 -



 

 

viernes, 22 de junio de 2018


La Guardia Suiza: el ejército profesional más pequeño y antiguo del mundo te va a sorprender.

 Ciudad del Vaticano, época actual. Seguro que todos los lectores identificáis claramente cada vez que sale en las noticias algo referente al Papa o al Vaticano a los vistosos soldados de la guardia personal del pontífice, los cuales le dan un toque de marcialidad y principalmente de color a los distintos ambientes monumentales en los que predominan los tonos suaves de la sillería y del mármol. También creo que todos coincidiremos en que resulta totalmente anacrónico para estos tiempos verlos con sus espadas al cinto y sus largas alabardas. Pero nada es lo que parece y al finalizar vuestra lectura entenderéis el sentido de estas palabras.

La Guardia Suiza, actual cuerpo de seguridad del Papa y de la Santa Sede, tiene sus orígenes en 1506, época de inestabilidad caracterizadas por guerras y luchas de poder de las que no se libraban ni los propios pontífices. Buscando  garantizar su seguridad y la de los Estados Vaticanos, el Papa Julio II firmó un acuerdo con la Confederación Suiza para poder contar con los mejores mercenarios a sueldo del momento, los suizos, que fueron los primeros integrantes (en un número de 150) del cuerpo militar que se fundó el 22 de junio y que recibió la denominación de “Guardia Suiza Pontificia”.

 Desde su creación hasta la actualidad, han desempeñado la misión que les fue encomendada, pudiendo destacar como su intervención más relevante la protección brindada al Papa Clemente VII en 1527 cuando, durante el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V de Alemania, demostraron su valor y fidelidad al Papa hasta el punto de defenderlo con su propia vida, enfrentándose los 189 guardias suizos a los atacantes (más de 20.000), consiguiendo ganar el tiempo necesario para poder evacuar al pontífice del Vaticano hasta el castillo de Sant’Angelo a través del “Passetto” (corredor subterráneo que comunicaba las dos construcciones). De dicha gesta, únicamente sobrevivieron un cuarto de los efectivos suizos, siendo sustituidos finalmente tras la rendición de Clemente VII por cuatro compañías de alemanes y españoles.

La Guardia Suiza, encargada de garantizar la seguridad de la persona física del Papa, la seguridad de los edificios del Vaticano y de la villa pontificia de Castel Gandolfo, no fue el único cuerpo militar con que contó el Vaticano, existiendo la denominada Guardia Palatina de Honor (vigilancia del Vaticano), la Guardia Noble del Cuerpo de Su Santidad y la Gendarmería Pontificia (Carabinieri Pontifici).

En la actualidad, poco más de cien soldados conforman la Guardia Suiza. Su comandante, con el rango de coronel, es la máxima autoridad del cuerpo. También cuenta con un vicecomandante, un capellán, un teniente coronel, un oficial con grado de comandante, dos oficiales con rango de capitán, 23 mandos intermedios suboficiales, 70 alabarderos y dos tamborileros.

Para ser miembro de la Guardia Suiza hay que cumplir con una serie de requisitos específicos: ser hombre (aunque actualmente se están planteando permitir el acceso a ambos sexos), tener la ciudadanía suiza, tener una edad entre los 19 y 30 años, haber concluido la instrucción básica de las Fuerzas Armadas Suizas, haber obtenido certificados que demuestren una “reputación irreprensible (de párrocos, alcaldes,…), nunca haber estado casado, tener un título de formación profesional o grado de secundaria, medir al menos 1,74cm y ser católico. Como aclaración, indicar que los guardias pueden tener novia, pero no casarse. Únicamente pueden hacerlo aquellos que ostentan grados superiores como capitán o comandante, mayores de 25 años y como mínimo con tres de servicio. Una vez seleccionados tras superar el curso en la escuela de reclutas del cuerpo en Suiza, juramentan ante el Sumo Pontífice los 30 nuevos guardias suizos cada 6 de mayo, comprometiéndose a un servicio mínimo de 25 meses.

Lo integrantes de la Guardia Suiza realizan un alto entrenamiento profesional y táctico, recibiendo lecciones de autodefensa, de instrucción básica en tácticas defensivas de guardaespaldas, así como del uso y manejo de armamento actual (aunque también en el uso de la alabarda y el estoque, al no ser únicamente decorativas). Destaca el uso de las armas más modernas de infantería, como pistolas, ametralladoras, subfusiles y fusiles de asalto, además de explosivos. Actualmente cada guardia suizo trae oculto en su uniforme un pulverizador de gas lacrimógeno y a partir del grado de sargento, una pistola y dos modernas granadas.

Respecto a su uniforme multicolor (amarillo, rojo y azul), hay que señalar que, aunque se extendió la leyenda que asignaba al propio Miguel Ángel su diseño, las evidencias nos indican que no fue así. El diseño actual (de claro estilo renacentista) es obra de Jules Répond, quien fue comandante de la Guardia Suiza a principios del siglo XX. Dichos uniformes se hacen a medida de cada uno de los integrantes, pasando a ser de su propiedad tras el quinto año de servicio. También se les fabrica una armadura de acero a medida para su uso en ocasiones especiales (para su juramentación el 6 de mayo, para Navidad y para la Pascua). Dicha armadura está compuesta por siete partes y pesa alrededor de 15 kilos. El uso de este característico uniforme queda relegado a sus funciones públicas en el Vaticano, utilizando otro azul para sus jornadas de formación y servicios interiores.

Principalmente realizan tareas de vigilancia durante las 24 horas en uno de los 27 puestos establecidos en las puertas, logias y salas vaticanas. Al principio están acompañados de un mando y sólo llegan a escoltar al Papa tras ocho años de servicio.

Respecto a su remuneración económica, podríamos considerarla poco destacable (poco más de mil euros), estando considerado como un servicio vocacional al Papa más que una forma de ganarse la vida (durante las ceremonias vaticanas, cada vez que el Santo Padre pasa frente a ellos, los soldados de la Guardia Suiza le saludan de rodillas, en señal del profundo respeto y máximo honor). Hay que señalar que en contraprestación están libres de pagar impuestos, IVA, franqueo de correo postal, etc. Habitan en su cuartel, formado por tres barracones ubicados a la derecha de la plaza de San Pedro entrando por la puerta de Santa Ana y disfrutan de una alimentación de calidad preparada por monjas.

En el poco tiempo libre del que disponen los soldados, pueden apuntarse al equipo de fútbol F.C. Guardia fundado en 1975 y que juega partidos amistosos con la escuadra de fútbol suiza y otros equipos (sobretodo militares) de Italia y de Europa, además del torneo vaticano. Disponen de una sala de juegos y un gimnasio, pudiendo hacer uso de una piscina ubicada en un convento cercano. Se les permite salir a dar una vuelta por Roma, pero sin trasnochar.

A modo de conclusión, quiero destacar que la católica es la única religión actual que dispone de un cuerpo armado propio, cuyo coste anual aproximado ronda los seis millones de euros, gasto en ocasiones criticado por algunos sin tener en cuenta que, si no realizasen ellos esas funciones de seguridad, deberían realizarlas personal de seguridad privada, a un coste igual o mayor. Además, todo aquel que ha visitado las dependencias vaticanas y ha observado las miles y miles de personas que diariamente las visitan, comportando los correspondientes ingresos económicos en las arcas papales, entenderá que este gasto se podría considerar superfluo dentro del voluminoso presupuesto anual que debe presentar la institución eclesiástica.

 
                                         - juancarl 20/18 -










 

viernes, 15 de junio de 2018


La inquietante historia de la Quinta de Regaleira, de lo documentado a lo presunto:

Sintra (Portugal), época actual. Esta población turística situada en las cercanías de la capital portuguesa, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995, cuenta con un amplio patrimonio cultural producto en parte de haber albergado en otros tiempos la residencia veraniega de los monarcas lusos y por consiguiente de su corte real. Palacios, conventos, castillos y quintas abundan por sus estrechas y empinadas calles, para el deleite de pobladores y visitantes.

Muy próximo a su centro histórico encontramos la denominada “Quinta da Regaleira”, también conocida como el “Palacio do Monteiro dos Milhoes” (Palacio de Monteior de los Millones, por el apellido y el apodo de su primer propietario).

Los primeros vestigios históricos respecto a esta propiedad los encontramos en el año 1697, cuando un tal José Leite aparece como propietario de una vasta propiedad en los alrededores de la villa, que hoy integra la quinta. Desde aquel entonces la propiedad a cambiado en diversas ocasiones de manos hasta llegar a 1892, año en que los barones de Regaleira se la venden a Antonio Augusto Carvalho Monteiro por 25.000 reales, siendo éste quien emprende la construcción de las diversas edificaciones que podemos contemplar en la actualidad (finalizadas gran parte de ellas en 1910). Posteriormente, en 1942, la propiedad pasa a manos de Waldemar Jara d’Orey, quien realiza unas ínfimas obras de remodelación para acoger a su gran familia, sin desvirtuar en ningún momento su concepción original. Unos años después, pasaría a manos de una empresa japonesa que la dejó sin uso hasta que en 1997 el Ayuntamiento de Sintra la adquiere, procediendo a su restauración y adecuación para habilitarla como atractivo turístico visitable y centro para la realización de diversas actividades culturales.

Pero vamos a centrar esta exposición en el momento de su construcción. Carvalho Monteiro, adinerado vecino que había amasado una gran fortuna durante su estancia en Brasil, deseaba construir un espacio grandioso en el cual vivir rodeado de los símbolos que reflejaban sus intereses e ideologías. Para tal compleja misión encargó al arquitecto, pintor y escenógrafo italiano Luigi Manini, el diseño de este complejo que ocupa alrededor de unas cuatro hectáreas de extensión. La actuación conjunta del promotor y del arquitecto generó como resultado la obtención de una obra que podría llegar a ser considerada como maestra.

Este afamado arquitecto, con gran experiencia en edificaciones de cuidada factura y con la tranquilidad de disponer del presupuesto necesario para la materialización de sus diseños, dotó a la propiedad tras finalizar las obras de palacio, capilla, lagos, grutas, fuentes y diversos edificios enigmáticos, todo ello rodeado por extensos jardines de cuidada elaboración compuestos en parte por una extensa variedad de árboles y plantas traídos de Brasil, para quizás combatir la posible nostalgia del propietario.

La inspiración para la construcción del complejo fue claramente cristiana, tratándose de un cristianismo escatológico relacionado con el fin del mundo. Los estilos arquitectónicos utilizados fueron muy diversos, pudiendo encontrar románico, gótico, renacentista y de forma destacada el denominado manuelino portugués.

Carvalho Monteiro fue profesor universitario, intelectual amante de las obras clásicas y de las plantas medicinales, quien volcó todo su saber y conocimientos en la realización de este lugar, donde quiso unir lo real y lo imaginario a través de un mensaje críptico, esotérico o iniciático, relacionado con las antiguas sociedades secretas (masonería templaria, rosacruces, …). Pretendió crear un recorrido místico del conocimiento, una concepción religiosa del mundo de acuerdo a sus valores, legando para la posteridad un lugar único e irrepetible.

De entre las múltiples construcciones que se pueden visitar hay que destacar como más emblemáticas el “Pozo iniciático” (torre invertida de piedra de 27 metros de profundidad con una escalera en espiral sustentada por columnas esculpidas y dividida en nueve rellanos separados por quince peldaños, que evocan referencias a “La Divina Comedia” de Dante), la “Torre da Regaleira”, el “Lago de los Cisnes”, el “Banco 155”, la Capilla de la Santísima Trinidad, el “Rellano de los dioses”, el “Pozo imperfecto”, el “Bosque” y por supuesto el Palacio, edificio principal de la quinta donde podemos señalar entre sus muchos elementos destacables una completa biblioteca, un sorprendente laboratorio alquímico sito en una torre de planta octogonal (clara referencia al mundo masónico) y el “Salón de Caza” con su impoluta y descomunal chimenea blanca.

Sorprende al visitante, y hablo tras haberla visitado, la gran cantidad de símbolos y signos que lucen por toda la propiedad (cruces templarias, dioses grecorromanos, rosa de los vientos, simbología masónica, …) ubicados en su lugar exacto y siguiendo todos un estricto orden y sentido, no dejando nada a la casualidad o a la improvisación. Como buen escéptico que soy, no voy a entrar a valorar hipótesis sobre lo que allí pudo suceder o sobre la utilidad que presuntamente se le dio a ciertos elementos arquitectónicos de las propiedad, pero debo reconocer que es uno de los pocos sitios que me ha sorprendido por el ambiente que se respira, por el perfecto estado de conservación que presenta todo sin disponer (al menos cuando yo la visite) de personal de seguridad o medios electrónicos disuasorios, de los contrastes que encuentras tanto de luz (grutas subterráneas, torre invertida, torre mirador,…) como olfativos o sonoros, en definitiva, por sentirte podríamos decir transeúnte en otra dimensión, en otro mundo totalmente alejando del ajetreo y mundanal ruido que a pocos metros se genera todos los días. El clima mediterráneo con influencia oceánica que presenta Sintra ayuda a crear esa atmósfera especial en la que, en muchos momentos, la niebla y la espesa vegetación te puede hacer olvidar dónde te encuentras exactamente.

Respecto a las innumerables leyendas del lugar, destacar las que hablan de ritos iniciáticos masónicos que se celebraban supuestamente en la profundidad del denominado “Pozo iniciático”, los posibles sacrificios humanos realizados en la mesa de mármol blanco situada frente a la estatua de Vulcano ubicada en el denominado “Paseo de los Dioses” y así un largo etcétera. Todavía actualmente hay quien afirma que, en la oscuridad de la noche, cuando Sintra se queda en silencio una vez se han ido todos los turistas, se escuchan cánticos ceremoniales y se vislumbran tenues luces en distintas construcciones de la quinta.

Termino mi exposición recomendando encarecidamente la visita a la “Quinta da Regaleira”, recomendándoos que reservéis el mayor número de horas que podáis (os aseguro que no os aburriréis). Dentro de todos los atractivos turísticos que nos brinda esta turística población, en mi modesta opinión, será la visita más gratificante e intrigante que vais a poder realizar. Aunque ya la visité hace escasos años, espero que más pronto que tarde pueda volver a deleitarme en sus extensos jardines, en sus oscuras grutas y en sus mil rincones que seguro me seguirán sorprendiendo. Como curiosidad comentaros que de todos los miles de visitantes que tiene la quinta al año, la procedencia de la mayoría de ellos es España. ¡Ahí lo dejo!

 
                                      -juancarl 20/18-







 

martes, 12 de junio de 2018


La última carga de la caballería mongola, ¿el mayor error estratégico de las II GM?:

Musino (URSS), 17 de noviembre de 1941. El ejército alemán avanza imparable hace Moscú. Los soviéticos liderados por Stalin, son conscientes de la transcendencia en el devenir del conflicto que tendría la caída de la capital, por lo que vuelcan todos sus medios, tanto materiales como humanos, en su defensa. Entre las tropas desplazadas se encuentran las divisiones mongolas y siberianas provenientes del extremo oriente de la nación soviética, afamadas por el vigor y el espíritu combativo de sus componentes.

Sobre el paisaje nevado los soldados del III Reich ocupan posiciones elevadas donde han colocado estratégicamente su artillería. Alrededor de las diez de la mañana de este frío día, los vigías nazis detectan movimiento de las tropas rusas parapetadas en la espesa masa boscosa situada a unos tres kilómetros de sus posiciones. Tres tanques rusos (T-34S) se aproximan por el terreno helado en solitario (sin infantería).  Pronto son recibidos los disparos procedentes de los cañones antitanques ubicados próximos al pueblo.

Pocos instantes después, los alemanes contemplan con asombro como se incorporan al ataque ruso diversos escuadrones de caballería pertenecientes a la 44ª División de Caballería Mongola, conformando dos gigantescas líneas de avance. Los sables de los oficiales silban en el aire mientras los destellos del sol reflejado en el acero imprimen un toque surrealista a la acción. En su carga al galope baten la nieve y el suelo con los cascos de sus caballos los cuales galopan en formación cerrada.

Tan pronto alcanzan la ubicación necesaria para quedar al alcance de la artillería alemana, cae sobre ellos una lluvia de proyectiles disparados con la 3ª Batería del 107º Regimiento de Artillería de la 106ª División de Infantería alemana. Estos proyectiles, de alto poder explosivo, que impactan entre los escuadrones siembran la desolación entre los atacantes: las esquirlas hacen pedazos tanto a caballos como a sus jinetes.

Sorprendentemente, aniquiladas las fuerzas mongolas del primer ataque, se inicia una segunda oleada procedente también de los bosques con soldados que, habiendo visto el triste final de sus compañeros, no dudan en cumplir las órdenes recibidas cabalgando desesperados hacía su perdición. Los alemanes aplastan este segundo ataque todavía de forma más rápida que el primero. Tan sólo un pequeño grupo de treinta jinetes montando pequeños y rápidos caballos cosacos logran superar la denominada muralla de la muerte, siendo pronto abatidos por los disparos de la ametralladora de cobertura.

En un suspiro, la ofensiva rusa ha sido neutralizada por parte alemana con un balance de bajas muy desigual: dos mil soldados mongoles (con sus respectivos caballos) permanecen sobre la fría nieve teñida de sangre, la mayor parte fallecidos. Por parte alemana, ni un hombre ha resultado herido (aunque en la obra pictórica que adjunto aparece un alemán tendido en el campo de batalla, siendo invención del aparato propagandístico ruso para lavar la imagen de tan desafortunada acción).

Cuando la infantería alemana contraatacó avanzando hacia la zona boscosa, lo hizo sin disparar ni un solo tiro, contemplando horrorizados la dantesca escena tras la masacre y prestando ayuda a los pocos heridos que se encontraron.

Esta fue la última vez que un batallón de caballería participó en una batalla. Dos mil vidas perdidas fueron necesarias para entender que combatir a caballo con el sable en la mano ya no era efectivo en el siglo XX, que las reglas de la guerra habían cambiado de forma drástica tras la I GM (principalmente por la aplicación de los avances tecnológicos) y que la expresión tristemente famosa de “ser carne de cañón” no reportaría jamás ningún tipo de recompensa bélica.

                                                                                  - juancarl 20/18-
 



viernes, 8 de junio de 2018


¿Sabías que…?

Existían hasta hace poco unas personas que se dedicaban a liberar a los moribundos apoderados de sus pecados cometidos y que por eso se les conocía por “Devoradores de pecados o Comepecados”:

Estos personajes realizaron su labor principalmente en Inglaterra y Escocia, aunque también en el viejo continente encontramos casos similares (Baviera, Balcanes, Holanda, ...).

Hay que indicar que, aunque nos han llegado relatos escritos de su existencia y del desempeño de sus funciones, hemos de situarlos más en el mundo de las leyendas y las supersticiones que en el campo de la Historia.

Su perfil era el de una persona con pocos recursos económicos (generalmente del ámbito de la mendicidad) quien accedía a liberar mediante la ingesta de comida y bebida de sus pecados a los que estaban a punto de morir o ya difuntos para que su alma pudiese descansar en paz a cambio de una compensación económica.

El ritual seguido consistía en llevar a ese “comepecados” hasta el lecho del difunto donde un familiar habría colocado un pan encima del pecho del cadáver (o frotado su piel con él). También pasaba una jarra con cerveza sobre el cuerpo varias veces para que absorbiese esa hipotética carga de culpa. Tras ello, se entregaba la hogaza de pan y la jarra al “comepecados” quien, tras unas oraciones rituales, los consumía.

La figura del “comepecados”, según se documenta en distintos escritos de los siglos XIX y XX, era evitada por el resto de la gente como si se tratase de enfermos contagiosos o malditos. Vivían alejados de las poblaciones y aldeas, aunque su vida mayoritariamente era itinerante moviéndose de una región a otra. Era temido y respetado por todos. Se les prohibía acceder a lugares públicos, como posadas o fondas, dejándole pernoctar en graneros y chozas. Se consideraba que su dinero estaba manchado por el pecado, por lo que raramente sufrían robos o asaltos en sus desplazamientos.

En 2003 su leyenda fue llevada al cine de la mano del director Brian Helgeland bajo el título de “El comedor de pecados”, protagonizada por Heath Ledger.

 

El origen de los bikinis hay que buscarlo en la antigua Roma, muchos siglos atrás:

Esa prenda de baño femenina que actualmente llamamos bikini (no así en la antigüedad ya que no sería hasta 1946 cuando se realizaron unas pruebas nucleares en el atolón polinesio de Bikini, cuando se le asignaría esa denominación a la invención de Louis Réard por su carácter “explosivo”), remonta sus orígenes a las sociedades antiguas, tanto romana como griega.

En los mosaicos aparecidos en la Villa Cassale, villa tardo-romana del s.IV ubicada en Sicilia y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, propiedad de la alta aristocracia romana, quedan probados los tempranos inicios de esta prenda de baño. En ellos, se muestran a unas diez chicas, probablemente patricias atletas, luciendo estas prendas ejercitándose en los distintos deportes.

Estos bikinis, eran en la forma similares a los actuales con la diferencia que, al parecer, estuvieron hechos de cuero y que evidentemente tuvieron una funcionalidad distinta a la actual (entendidos más como ropa interior)

                                         - juancarl 20/18-