jueves, 19 de abril de 2018

Origen histórico de las afamadas Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy:

Villa de Alcoy, abril 1276. Pequeña población fortificada situada en lugar estratégico en la frontera entre el reino cristiano y el reino musulmán, casi asilada por su orografía en la antigua vía romana, fue conquistada a los árabes a mediados del siglo XIII por Jaume I de Aragón (El Conquistador) y anexionada al Reino de Valencia, siendo repoblada por orden real por 28 colonos cristianos y concediéndole para su mayor seguridad en 1256, el privilegio de no tener población musulmana dentro del recinto de sus murallas. Hay que señalar que su toponimia actual (Alcoy), apareció por primera vez citada en el “Llibre dels fets” o “Crónica de Jaume I” que el propio monarca dictó relatando su vida y sus principales gestas.

Pero la pacificación del territorio no fue automática. Diversos grupos guerreros árabes tenían atemorizada a toda la región con frecuentes pillajes y ataques a las villas cristianas. Jaume I, con la intención de reforzar la seguridad de las villas de Alcoy y Cocentaina, mandó en 1276 cuarenta de sus mejores caballeros a prestar servicios de armas en ambas poblaciones.

Los vecinos de la Villa de Alcoy estaban acostumbrados a batallar ya que era frecuente que se formasen compañías de aventureros que se aprestaban a tomar cautivos sarracenos que eran vendidos en los mercados de esclavos, con el beneplácito del monarca, siempre que se tratase de musulmanes enemigos (los de la “buena guerra”).

El caudillo árabe Abú-Abadalá-ben-Huzdail, conocido como Al-Azraq (“el Azul” en árabe, por el color de sus ojos), señor de la “Vall d’Alcalá” y originario de Alcalá de la Jovada, había liderado anteriormente una revuelta contra la dominación de las huestes de Jaume I, sufriendo el exilio al ser derrotado en la contienda. A su regreso de tierras andaluzas en 1276 con un poderoso ejército formado por unos doscientos cincuenta jinetes, toma el liderazgo del gran alzamiento mudéjar en la actual provincia de Alicante el cual sería la última oportunidad para los antiguos pobladores de intentar recuperar su territorio, su patria, pocas décadas después de su pérdida.

Fija como uno de sus principales objetivos conquistar las villas de Alcoy y Cocentaina, puntos estratégicos para el control de la zona. Avanza con sus tropas hacía Alcoy, decidiendo acampar en sus proximidades, concretamente en un barranco situados a los pies del antiguo asentamiento íbero del Puig, donde pasarán la noche a la espera de atacar la ciudad. Al alba, con las primeras luces, avanza con parte de sus fuerzas en dirección a la villa, dejando apostadas en dicho barranco al resto. Era la mañana del jueves 23 de abril y los alcoyanos estaban iniciando su jornada congregados en la iglesia oyendo misa. Tan pronto escucharon los gritos de los musulmanes que trataban de asaltar la muralla en su flanco oeste, concretamente por el portillo de San Marcos, acudieron prestos en masa a defenderla liderados por el clérigo Mossén Torregrosa, quien invocó la ayuda del santo del día: San Jorge.

La superioridad de las fuerzas mahometanas era evidente, presagiándose un triste final para los defensores de la cruz, pero según cuenta la leyenda, en esos momentos críticos apareció un caballero sobre las almenas del castillo en un blanco corcel y una cruz en el pecho quien, lanzando nubes de saetas, causó grandes bajas entre los asaltantes. Los musulmanes lo identificaron con Wali, guerrero sagrado de su religión y los cristianos con San Jorge o Sant Jordi.

Al-Azraq fue alcanzado por una de las saetas lanzadas pereciendo en la contienda, lo que propició que cundiese el pánico entre los sarracenos al quedarse sin líder que los guiase, decidiendo huir en desbandada a la búsqueda de sus compañeros que habían quedado apostados en el barranco. Los caballeros enviados por el rey, envalentonados por la exitosa defensa de la fortificación, decidieron cabalgar tras ellos para culminar su victoria, cayendo finalmente en una inesperada emboscada, pereciendo la mayor parte de ellos y siendo el resto apresados para pedir un rescate o ser vendidos como esclavos. A partir de ese momento dicho barranco pasó a denominarse “Barranco de la Batalla”.

La muerte meses después de Jaume I en Alzira (27/07/1276), cuyas causas nunca han quedado probadas, fue justificada por algunos por la gran tristeza que le causó la suerte de aquellos buenos caballeros a los que los musulmanes habían dado muerte o apresado en las batallas de Alcoy y Luchente, legando para el rescate de los supervivientes 5.000 sueldos.

A partir de aquel día los alcoyanos, en agradecimiento por su intervención frente a las huestes musulmanas, decidieron nombrar patrón a San Jorge y encomendarle la protección de la población. En un principio la festividad de Sant Jordi se celebraba con actos solamente religiosos, pero poco a poco se fueron incorporando otros actos populares como concursos de tiro de ballesta y arcabuz. Hay que destacar que, hasta el siglo XIX, la imagen a la que se rendía culto era la misma que en el resto del Oriente y Occidente católico, la de San Jorge y el dragón. Será a partir de 1810 cuando aparecerán las primeras representaciones del Santo sustituyendo en sus manos la lanza por las saetas y a sus pies, el dragón por los musulmanes, naciendo así la figura del “San Jorge matamoros”.

Existen unas primeras referencias, datadas en el año 1511, donde las autoridades municipales de Alcoy añaden el uso de "tamborinos" (música), juegos populares y "concursos simulando combates", a la ya tradicional celebración religiosa en honor a San Jorge. En 1552, se introduce el arcabuz a la fiesta. En 1574 se registraron 250 ballestas, 225 arcabuces y 210 picas. El documento mejor conservado en el que se citan las fiestas data de 1668, cuando el cronista Carbonell en su libro “Célebre centuria”, habla de las celebraciones en honor a San Jorge y por la expulsión de los musulmanes, con aparición de dos compañías, una de “Moros-Christianos” y otra de “Cathólicos-Christianos”, que constituyen el origen de las veintiocho filaes actuales.

Esta hazaña histórica fue la que dio origen a las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy, las cuales se han venido celebrando en la población de manera casi ininterrumpida año tras año. En 1965 fueron declaradas de Interés Turístico y en 1980 se les concedió la consideración de Fiestas de Interés Turístico Internacional, convirtiéndolas en referente en su género a nivel nacional.

Aprovecho la ocasión para aconsejar a todos aquellos lectores que no las han disfrutado nunca, que reserven un hueco en su agenda en el mes de abril para disfrutar de la “trilogía festera” de Alcoy, donde el fervor y dedicación de un pueblo entregado se transforma en la espectacularidad y marcialidad de todos los actos lúdicos que se desarrollan en sus calles más céntricas, rememorando la contienda vivida y aquí narrada, para el deleite de vecinos y visitantes.

                                                     - juancarl 20/18 -

 






 

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