jueves, 29 de marzo de 2018

Nupcias teñidas de sangre: el día que Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg volvieron a nacer:

Madrid, 31 mayo de 1906. La capital, perfectamente engalanada, ve pasar la comitiva real que acompaña a los recién casados, los cuales, para deleite de sus súbditos, van saludando desde su carroza a todos los madrileños y visitantes que se agolpan en las aceras deseando felicitarlos en tan especial día. En ese soleado día, el trayecto discurre entre la iglesia de San Jerónimo el Real (Los Jerónimos) y el Palacio Real. Custodian a los contrayentes tanto la Guardia Real como una compañía del Regimiento Wad-Ras nº50, ambos con sus impolutos uniformes de gala.

Cuando, sobre las catorce horas y quince minutos la comitiva real entre vítores y aclamaciones llega a la calle Mayor, concretamente a la altura del número 88 (actual 84), resuena una gran detonación que interrumpe su marcha. Un artefacto explosivo, camuflado en el interior de un ramo de rosas pálidas, es lanzado desde un balcón situado en el edificio que alberga una casa de huéspedes, estallando contra el suelo y desatando el pánico entre el público, que corre despavorido.

Aunque el objetivo era la carroza real, el destino ha querido que, en su caída, el ramo impactase sobre la catenaria del tranvía, lo que modifica su trayectoria yendo a impactar entre la multitud. La onda expansiva alcanza tanto al cochero, que se precipita desde el pescante, como a uno de los caballos que tira del carruaje, saliendo ilesos milagrosamente los monarcas. El total de víctimas mortales del suceso (entre civiles y militares) ascendió a veinticinco y el de heridos superó el centenar.

Asistidos los monarcas por el general Aznar y su Estado Mayor, que estaban ante la Capitanía General, allí ubicada, y una vez tranquilizaron a todos respecto a su estado, cambiaron de carroza, recurriendo a la de respeto, para seguir con la marcha hasta el Palacio. Cabe señalar que la reina, aunque no fue herida, llevaba su vestido de ceremonia blanco con bordados plateados salpicado de sangre. El Gobierno decidió no suspender las celebraciones por el atentado, para truncar así los planes de los anarquistas.

Hasta aquí, el relato del suceso acaecido, pero, ¿quién o quienes lo llevaron a cabo? ¿qué motivos le/les movió a hacerlo? ¿realmente deseaban llegar hasta el final?

El atentado fue obra de un joven anarquista catalán de veintiséis años llamado Mateo Morral Roca, persona con formación universitaria y manejo de varios idiomas, el cual parece ser que contactó con el anarquismo en su larga estancia en Alemania, siendo el tercer hijo de un pudiente empresario de Sabadell.

Llegó a Madrid procedente de Barcelona diez días antes de cometer la acción, alojándose en el Hotel Iberia, sito en la calle Tetuán de la capital, por recomendaciones de uno de sus conocidos. En breves fechas dejó este hotel para registrarse en la pensión situada en la calle Mayor (por donde pasaría el cortejo), concretamente en una habitación de la cuarta planta, desde donde arrojaría el artefacto explosivo (una bomba “Orsini” también conocida como “Corbeille” o de cesta). Respecto a la procedencia de la bomba, según relata Pío Baroja, le había sido entrega a Mateo diez días antes del atentado, procedente de Francia y envuelta en una bandera de ese país, por el militar y exministro de la Guerra durante la I República, Nicolás Estévanez.

Tras atentar, Mateo Morral abandona precipitadamente la pensión y, aprovechando la enorme confusión del momento, consigue huir mezclándose entre la aterrada multitud, siendo ayudado en su huida por José Naskens, director del periódico anarquista “El Motín” y otros simpatizantes de ideología, abandonando la capital y llegando el día 2 de junio al municipio próximo de Torrejón de Ardoz, desde donde parece ser tenía previsto coger el tren hasta Barcelona, para desde la Ciudad Condal pasar a Francia.

Pero sus intenciones de huida se ven truncadas en un ventorrillo (venta) próximo a Torrejón de Ardoz, en el que se detiene hambriento a cenar, siendo identificado por los propietarios quienes deciden dar aviso a la Guardia Civil. Pero casualmente, próximo al establecimiento se encuentra Fructuoso Vega, un guarda jurado que le conminó a acompañarle hasta el cuartel de la Benemérita. Mateo accedió voluntariamente a dicha petición, pero, apenas iniciada la marcha, se volvió hacia él y le disparó a quemarropa con una pistola Browning alcanzándole en la boca, falleciendo de forma inmediata. Separándose inmediatamente unos pocos pasos, sonó un nuevo disparo, el cual parece ser terminó con la vida de Mateo Morral, cayendo fulminado con un tiro en el pecho. 

El suicidio del principal sospechoso, precipitó la resolución del caso. Se detuvo a unos cuantos colaboradores que según las diligencias policiales le ayudaron en la preparación del atentado o en su huida posterior, los cuales, tras ser sentenciados a penas de prisión por un tribunal, fueron sorprendentemente indultados un año después por el rey.

Pero desde un primer momento existieron sospechas sobre la tramitación de la investigación, abalándolas en incongruencias en el resultado de la autopsia del cuerpo de Mateo Morral, en la sorprendente solvencia económica que demostró en sus días en Madrid el sospecho (pagando en ambos establecimientos hosteleros con billetes de quinientas pesetas, los cuales no eran de uso muy frecuenten en las calles madrileñas, viajando con la cara maleta de cuero inglés que descubrieron los investigadores tras los registros de la habitación ocupada por Mateo conteniendo su equipaje, …), en los avisos previos materializados en amenazas anónimas que llegaron incluso al palacio real, las cuales obtuvieron como respuesta un incremento de las medidas de seguridad (que de poco valieron, visto lo sucedido), con una teoría de suicido poco lógica por la trayectoria del proyectil y  por último por una evidencia en la que, por su extrañeza,  quiero profundizar.

Días antes al suceso, concretamente el 20 de mayo, Mateo Morral y otra persona elegantemente vestida realizaron en un árbol del Parque del Retiro de Madrid una inscripción a navaja que indicaba: "Ejecutado será Alfonso XIII el día de su enlace. Un irredento", junto a unos grabados de una calavera con tibias cruzadas y la firma de "Dinamita". Días después del atentado, Vicente García Ruipérez, un madrileño que se había acercado mientras estaban realizándolo a interesarse y fue invitado de malas maneras a dejarlos en paz, reconoció la imagen del sospecho buscado publicada en prensa, como uno de los dos hombres con los que coincidió en el parque, facilitando dicha información a la policía. Dicho árbol, a día de hoy, no se sabe si pervive en el parque entre los centenares allí existentes o fue uno de los sacrificados por su estado y edad.

Y yo me pregunto, ¿qué interés debe tener un individuo que está tramando uno atentado a ese nivel en arriesgar su misión publicitando sus intenciones en un árbol de un parque público? Pasar a la posteridad, que finalmente se descubra el complot y se le impida llevarlo a cabo, … Lamentablemente nunca se sabrá.

Actualmente en la calle Mayor de Madrid, a la altura en que se produjo la explosión, existe un monumento en honor de las víctimas del mismo. Este monumento actual, vino a reemplazar el que inicialmente se erigió, el cual, durante la II República Española fue retirado. Junto a esta acción, también se produjo el cambio de nombre de la calle Mayor por calle Mateo Morral, volviendo tras el final de la Guerra Civil a su original denominación.

Por último, señalar que actualmente es muy fácil localizar el balcón desde el cual el anarquista lanzó la bomba, ya que luce de forma permanente, un ramo de flores anudado a la barandilla.

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miércoles, 28 de marzo de 2018

Las famosas navajas multiusos, ¿suizas o romanas?:

Ibach Schwyz (Suiza), 1897. El cuchillero suizo Karl Elsener, con la intención de desbancar a la fábrica alemana de Solingen, suministradora oficial de navajas al ejército suizo, diseña y produce una nueva navaja que, por sus características, revolucionará inicialmente su uso en el mundo castrense, pasando en breve tiempo a su uso también generalizado en el mundo civil. La denominó en sus orígenes “Navaja del Oficial” y se caracterizaba por su ligereza, versatilidad y elegancia, pero, ¿realmente fue un invento innovador?

Ateniéndonos a los vestigios encontrados, podríamos afirmar que no. Según distintas piezas encontradas en yacimientos extendidos a lo largo del actual territorio europeo, hay evidencias que fueron los romanos quienes, alrededor del siglo III d.C., ya producían de forma artesanal en metales nobles (bronce o plata) este tipo de instrumento, considerados como artículos de lujo y, por tanto, restringiendo su uso, según parece, a destacados e ilustres individuos acaudalados que posiblemente las llevaban consigo en sus andaduras por el Imperio Romano.

La mejor pieza conservada la encontramos actualmente en las vitrinas del Museo Fitzwilliam de Cambridge (Reino Unido). Fabricada en plata, su diseño incluye cuchillo (15cm), cuchara, tenedor, espátula, punzón y limpiador de uñas/dientes. 

Otras piezas similares fueron encontradas tanto e una tumba en Lioblen (Bulgaria) como en un yacimiento en Ventimiglia (norte de Italia). 

                                                       - juancarl20/18 -





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Rasputín, personaje histórico de alargada sombra:

Rusia, 30 de diciembre de 1916. Grigori Yefímovich Rasputín (1869-1916), también conocido como “el monje loco”, disfruta de sus últimas horas de vida. Ha sido invitado por el príncipe Félix Yusúpov, quien se convertirá en unos de sus verdugos, a una supuesta fiesta en su palacio de San Petersburgo durante la cual le presentará a su hermosa esposa, la gran duquesa Irina Alexándrovna, invitación irrechazable para alguien con su carisma personal y su gran atractivo para las mujeres, aunque en realidad la duquesa ni siquiera se encuentra en el país aquel día.

Pasada la media noche, llega Rasputín al palacio donde, Yusúpov, con el pretexto de esperar a que su esposa atienda a otros invitados, le invita a acomodarse en una dependencia situada en el sótano degustando unos dulces y un buen vino (aliñados ambos con un especial ingrediente, cianuro). Rasputín, para desespero de su anfitrión, disfruta de tal festín sin mostrar síntoma alguno de indisposición. Viendo la nula efectividad de la medida prevista y ante el temor de que fuese cierto el mito que corría por Moscú respecto a su inmortalidad, el propio príncipe Yusúpov, desesperado, decidió dispararle con su pistola Browning a quemarropa por la espalda directamente al corazón, mientras contemplaba un hermoso crucifijo de plata. El cuerpo del supuesto monje, se desplomó sobre el frio suelo de la estancia, momento en que aprovechó Yusúpov para solicitar que acudiesen sus colaboradores en la conspiración: Demetrio Romanov (Gran Duque de Rusia y primo del Zar) y Vladimir Purishkévich (político relevante, diputado en aquel momento de la Duma).

Cuando quisieron confirmar la ausencia de vida en el cuerpo yacente, por sorpresa, Rasputín agarró muy fuerte del hombro y maldijo a Yusúpov, forcejeando con él hasta que pudo zafarse en un momento dado, abandonando la estancia en busca de auxilio, siendo recibido a tiros en el corredor por Purishkévich. Huyó por una pequeña puerta que daba a un patio, pero terminó desplomándose nuevamente sobre la blanca nieve al recibir un disparo en el hombro, siendo rematado con un certero tiro en la cabeza.

Con la intención de eliminar toda huella del delito cometido, sus ejecutores decidieron envolver el cuerpo y tirarlo desde el puente Bolshoi Petrovsky a un agujero en el hielo del gélido río Neva, próximo al palacio. Días después, cuando fue encontrado el cadáver y realizada la autopsia, se determinó que la causa de la muerte sorprendentemente fue ahogamiento, es decir, tras la ingesta del veneno y tras los impactos recibidos siguió con vida hasta que el agua le venció.

Pero, ¿quién fue Rasputín y qué propició este trágico final? Nació en una remota villa siberiana llamada Pokrovskoe, en el seno de una familia de humildes campesinos. Fue el quinto de nueve hijos, aunque únicamente sobrevivieron él y una hermana. Analfabeto hasta edad avanzada, destacó por su gran poder de retención, que le permitió aprenderse las Sagradas Escritura de memoria.

A los 18 años, ingresó en el Monasterio de Verkhoturye con la intención de convertirse en monje, pero pronto la abandonó, posiblemente para casarse. Contrajo matrimonio con Praskovia Fiódorovna Dubrovina a los 19 años. Tuvieron tres hijos: Dmitry, Varya y Matryona.

Rasputín abandonó a su mujer y a sus hijos para unirse a los khlyst, una escisión de la iglesia ortodoxa para la que solo a través del pecado era posible llegar a Dios, convirtiéndose entonces en un strannik, un vagabundo religioso que iba de pueblo en pueblo predicando sus enseñanzas. Pronto comenzó a adquirir fama de sanador.

En 1903, a través de las princesas de Montenegro, Militsa y Anastasia, llegan a oídos de la Zarina Alejandra Fiódorovna Románova sus habilidades curativas y ante el desespero de no poder controlar el grave problema de hemofilia (en aquellos momentos enfermedad catalogada como incurable y potencialmente mortal) del Zarévich Alekséi (heredero al trono ruso), que tanto atormentaba a la madre, decide llamarlo a la corte de San Petersburgo para que lo vea. Gracias a su sabiduría, a sus rezos, a sus hipnosis o a sus conocimientos básicos de salud (retiró al príncipe su medicación basada en ácido acetil salicílico, principio activo de la actual “aspirina”, famoso por su condición de anticoagulante, propiedad desconocida en aquellos tiempos y nada aconsejable para la dolencia tratada) pronto propiciaron una mejoría importante en la dolencia del Zarévich.

A partir de ese momento se ganó la confianza de los monarcas, principalmente de la Zarina y fue ganando una reputación y una posición preminente en la corte zarista, lo que le propició adquirir una relevancia y calidad de vida significativa (como por ejemplo residir en el propio palacio junto a la familia real), pero también ganarse un gran número de detractores entre la nobleza que no veían con buenos ojos su conducta e influencia sobre los dirigentes.

Rusia, durante la I Guerra Mundial, tomó partido junto a Francia e Inglaterra (Triple Entente) contra Alemania y el Imperio Austrohúngaro. Rasputín siempre estuvo en contra de dicha participación en la contienda manifestando directamente al Zar o indirectamente a través de la Zarina la conveniencia de retirarse del conflicto (hecho que hubiese podido influir decisivamente en el resultado final al concentrar la disputa en un único frente), siendo acusado por sus detractores de trabajar para los alemanes. Al tomar el mando del ejército ruso el propio Zar, Nicolás II, el gobierno del país quedó en manos de la Zarina y del propio “monje loco”, hecho que precipitó la acción de sus enemigos y su trágico final anteriormente descrito.

Recientes estudios afirman la participación de los servicios secretos ingleses (uno de los países que se hubiese visto más perjudicado ante una supuesta retirada de Rusia de la guerra) en el complot y muerte de Rasputín, incluso atribuyendo a un espía inglés el tiro de gracia en la frente que presentaba el cadáver.

Del gran repertorio de leyendas no probadas sobre su poder adivinatorio, hipnótico, de sus conductas inmorales y lujuriosas, de miembros extirpados y otras cuestiones morbosas, destacaré la denominada maldición a los Romanov, según la cual en una carta dirigida al Zar meses antes de su muerte, le advertía, siendo consciente que sus enemigos podían estar tramando su eliminación y ya habiendo sufrido un atentado, que si su asesinato se producía auspiciado por nobles, toda la familia imperial sería asesinada por el pueblo ruso (tal como ocurrió 15 meses después).

Aquí expongo los datos existentes sobre esta relevante figura que marcó o pudo marcar el devenir histórico ya no de una dinastía, ni de un Imperio, sino de todo el planeta. Ahora, cada cual que los interprete según estime.

-juancarl 20/18-










Origen del término ASESINO, videojuegos, leyendas y sectas antiguas

Persia, siglo XI. Hassan-i Sabbah, más tarde conocido con el sobrenombre de “Viejo de la Montaña”, lidera una secta islámica denominada “Nizaríes” seguidora de una corriente chiita llamada ismaelita. Con el tiempo, sus enemigos y detractores pasaron a denominarlos “hashshashin” (cuyo significado en árabe es “consumidores de hachís”, droga psicoactiva que supuestamente utilizaban en sus procesos de captación de adeptos y de motivación previa a las misiones), siendo este el origen del término castellano “asesino” dado que los nizaríes pasarían a ser conocidos principalmente por la práctica especializada del oficio de asesinar políticos, altos cargos militares o religiosos, bien por interés propio o bien por encargo.

Sus seguidores se extendían por gran parte de Persia (actual Irán) y por parte de Siria. La primera y una de las más famosas fortalezas (donde residió hasta el fin de sus días Hassan-i Sabbah) fue la de Alamut (Nido del Águila), ubicada al norte de Irán y al sur del mar Caspio, concretamente en el valle de Elburz. Esta plaza fuerte fue tomada por los nizaríes en 1090 y desde allí emprendieron su expansión territorial mediante la construcción de nuevas fortalezas o la conquista de otras, compartiendo todas ellas la condición de encontrarse a gran altura, siendo por tanto lugares de difícil acceso y de fácil defensa. Otra de sus fortalezas más míticas fue la de Masyaf (Siria), inexpugnable hasta para el propio Saladino quien la sitió, pero tuvo que renunciar pronto a sus aspiraciones sobre ella.

Los hashshashin recibían una efectiva formación tanto a nivel militar (uso de armas, lucha cuerpo a cuerpo, espionaje, estrategia, ocultación, sigilo, engaño, …), a nivel cultural (aprendizaje de varios idiomas, modos de vestir, maneras propias de comerciantes, monjes y soldados que les ayudasen a pasar desapercibidos, …) como a nivel religioso con el estudio de la religión fatimí (siendo considerados guerreros religiosos del islam, un equivalente a los Templarios respecto a la fe cristiana). Practicaban la “taqiyya” (simulación), uno de los preceptos de la fe chií que les permitía enmascarar sus creencias, negar la propia fe (siempre que la finalidad fuese defenderla) sin caer por ello en la apostasía.

La forma de actuar de los hashshashin era en pequeños grupos de no más de seis miembros (fedayines). Utilizaban para cometer los crímenes principalmente armas blancas (preferentemente dagas), siendo maestros en su manejo, aunque su total desprecio por su vida se convirtió en su mejor arma para conseguir el éxito en sus misiones. Señalar que sus asesinatos por encargo se realizaban tanto en las filas cristianas como en las árabes, convirtiéndose puramente en mercenarios del crimen que trabajaban para el mejor postor, sin preferencias o escrúpulos.

Hassan-i Sabbah ideó una nueva estrategia para conseguir la efectividad en las acciones de sus hashshashin: la creación de las “células durmientes” (tan de moda desgraciadamente en la actualidad), consistente en la inmersión o letargo de los encargados de llevar a cabo el asesinato durante meses e inclusos años en el círculo más próximo de la víctima como escoltas personales, sirvientes o asesores ganándose por tanto su confianza, hasta encontrar el momento más adecuado o recibir la orden expresa para finalizar su misión, la cual solía llevarse a cabo a plena luz del día y preferentemente con la mayor afluencia posible de testigos con la intención de ampliar así la repercusión y efectividad de las acciones de la secta, potenciando el pánico e inseguridad en todo momento entre sus oponentes, que tan buenos resultados les brindó.

Entre sus muy numerosas víctimas destacaría el asesinato de Cornado de Montferrato, caballero cruzado franco que participó en la Tercera Cruzada, llamado a ser nombrado Rey de Jerusalén, el cual fue apuñalado hasta la muerte por dos hashshashin en los días previos a su coronación (no está probado si fue por encargo de Ricardo I de Inglaterra, Saladino o por propio interés nizarí). 

La secta y sus seguidores pervivieron a la muerte de su fundador, Hassan-i Sabbah en 1124, ocupando distintos dirigentes el cargo de “Viejo de la Montaña” y continuando con sus creencias, asesinatos y encargos. La decadencia nizarí se inició con la caída del Califato Fatimí de Egipto, su principal sustento político. La llegada en el siglo XIII de los mongoles a Oriente Medio, conllevó la rendición y destrucción de sus fortalezas. Los nizaríes fueron masacrados y los escasos supervivientes se dispersaron y buscaron el anonimato para salvar sus vidas.

La historia y leyendas de los hashshashin fue fuente de inspiración para la creación de la famosa saga de videojuegos “Assassin’s Creed” en el que se enfrentan asesinos y templarios, reproduciendo en muchas ocasiones sucesos y personajes históricos reales.

Os invito a profundizar más sobre esta enigmática y legendaria secta de asesinos, principalmente en cuestiones no probadas que nacen más de la leyenda que de la historia como por ejemplo el método iniciático utilizado, el paraíso simulado denominado “El jardín de Alá” o “Jardín legendario de los placeres terrenales”, …
                                                                                                                                                                                             -juancarl20/18-





Laika, de sintecho por las frías calles de Moscú a “estrella del universo”:

Moscú (antigua U.R.S.S.),1957. En plena Guerra Fría y tras el éxito del lanzamiento espacial del Sputnik-1, el líder soviético Nikita Kruschev instó a sus ingenieros a repetir la hazaña conseguida pero esta vez llevando un tripulante a bordo, el cual él quería que fuese un ser humano, pero consiguieron hacerle cambiar de parecer ya que por las premuras por hacer coincidir el lanzamiento con el 40 aniversario de la revolución bolchevique (menos de un mes para los preparativos) y por las limitaciones técnicas del momento (el no poder hacer regresar la cápsula a la Tierra) hubiese sido condenarlo a una muerte segura.

Mientras se preparaban todos los detalles técnicos, el equipo decidió que el mejor tripulante posible sería un perro de pequeño tamaño, dadas las limitaciones de espacio existentes. Acordaron reclutar a los candidatos de las calles de Moscú, ya que consideraban que el instinto de supervivencia desarrollado para subsistir en esos inhóspitos ambientes jugaría a su favor para conseguir el éxito de la misión.

Diez perros vagabundos fueron recogidos inicialmente, siendo seleccionados finalmente tres por ajustarse a las características ideales para este fin. Los tres canes eran de raza indefinida y les fueron asignados los nombres de: Albina, Mukha y Laika (ladradora en ruso), siendo esta última quien resultó elegida para la misión debido a su temperamento más dócil. Muskha sirvió al equipo para realizar las pruebas previas de los distintos equipos de control médico que se utilizarían y Albina, quedó como la perra de reemplazo en caso de necesitar sustituir por cualquier imprevisto a la titular.

Laika, perra mestiza de unos dos años de edad, 6 Kg. de peso y corta estatura fue adiestrada a marchas forzadas para habituarse a sus futuras condiciones tanto de limitación de movimiento (fueron reduciéndole poco a poco el tamaño de las jaulas en que la confinaban) como su alimentación (agua y nutrientes en forma de gelatina suministrados desde el interior de su primitivo traje espacial). El doctor Vladimir Yazdovsky, encargado de dirigir el programa de entrenamiento espacial para perros, decidió llevar a Laika a su casa para que jugase con sus hijos durante los días previos al lanzamiento, consciente del triste final que le esperaba.

El equipo de científicos e ingenieros que tenían asignados la misión era consciente que se trataba de un viaje sin retorno, aunque siempre públicamente se manifestó lo contrario. Los responsables del proyecto habían prometido el bienestar del animal, facilitándole comida para siete días y espacio suficiente dentro de la cabina acolchada y presurizada del Sputnik-2 para que pudiese estar tanto acostada como de pie. Además, contaba con un sistema regenerador de aire que le proveía oxígeno y un ventilador para regular la temperatura del habitáculo. Laika estaría sujeta con un arnés especial para combatir los efectos de la ingravidez, disponiendo de una bolsa que recogía sus excrementos y estando sus señales vitales monitorizadas en todo momento desde el control en Tierra.

El mediodía del 2 de noviembre Laika fue situada dentro de la cabina y una vez pasada la medianoche se colocó al Sputnik-2 en la parte superior del vehículo lanzador. En la madrugada del día 3 de noviembre (02:30 h UTC) se produjo el lanzamiento con éxito. Una vez en órbita, desde la sala de control de la misión escucharon a Laika ladrar y percibieron los latidos de su corazón. Un informe telemétrico temprano indicaba que la perrita estaba agitada, pero comía.

La agencia de noticias soviética TASS informó en un principio que Laika regresaría a la Tierra tras estar una semana orbitando, descendiendo primero en su cápsula espacial y luego en paracaídas. Esto propició que muchas personas estuvieran pendientes de su regreso, produciéndose algunos altercados en distintos puntos del planeta, como el ocurrido en la ciudad de Santiago de Chile, donde testigos vieron descender a un perro en paracaídas, agolpándose una multitud pensado que se trataba de Laika, pero finalmente se comprobó que se trataba de un macho y que todo había sido un montaje de mal gusto.

Las autoridades soviéticas anunciaron que murió al cabo de una semana por falta de oxígeno apaciblemente, afirmando que registraron sus constantes vitales durante todo ese período. Pero no fue hasta el 2002, una vez desaparecido el antiguo bloque soviético cuando se conoció la verdad: Laika falleció tras las primeras 5-7 horas de misión después de orbitar únicamente cuatro veces alrededor del planeta azul, como resultado de las altas temperaturas (un fallo técnico impidió que la cabina se separase de la última etapa del cohete lo que propició un incremento excesivo de temperatura) y el pánico (estrés) que la experiencia le produjo, no siendo su final tan indoloro como se había asegurado.

El Sputnik-2 (conteniendo el cuerpo de Laika) se desintegró al contacto con nuestra atmósfera el 14 de abril de 1958 tras dar 2570 vueltas a la Tierra. Los científicos habían previsto, siendo consciente de la imposibilidad de hacer regresar a Laika viva, que con su última ración de alimento ingiriese un veneno que le evitase una muerte lenta y angustiosa, aunque finalmente no fue necesaria.

La misión suministró a los científicos los primeros datos del comportamiento de un organismo vivo en el medio espacial. Tras esta misión tripulada, los soviéticos siguieron enviando otros perros al espacio en el transcurso de sus investigaciones, eso sí, a partir de ese momento, todas las misiones fueron de ida y vuelta, aunque no en todas se pudo salvar la vida de los canes (de los doce utilizados, únicamente cinco regresaron con vida).

Laika murió, pero su recuerdo pasó a ser inmortal. Una región de Marte, el planeta rojo, fue bautizada con su nombre. En 1997, en la Ciudad de las Estrellas, se inauguró una placa en homenaje a los cosmonautas caídos en la que también está representada. En el Monumento a los Conquistadores del Espacio en Moscú, Laika y Lenin son los únicos personajes que se pueden reconocer por su nombre. Y en 2008, se inauguró en Rusia, cerca del lugar donde se desarrolló el proyecto del Sputnik-2, un monumento en honor a Laika.

In memoriam de Laika (1955-1957) quien dio su vida por el progreso de los seres humanos, los cuales, en su corta existencia, no le mostraron ni un atisbo de humanidad.