viernes, 20 de julio de 2018


Curiosos usos prácticos de la orina en la antigua Roma:

 Imperio Romano (27 a.C. – 476 d.C.). Aunque parezca increíble, en la antigua Roma pronto se valoró la efectividad de la utilización como materia prima en procesos productivos de una sustancia tan común como la orina humana. Los centros de curtido de pieles y las lavanderías (denominadas fullonicas) fueron los principales beneficiarios de su utilización, generalizándose tanto la misma que el propio emperador Vespasiano mantuvo un impuesto denominado “vectigal urinae” que gravaba la recolección de orina en las letrinas y vías públicas.

En las fullonicas, el lavado de la ropa requería un largo proceso que se iniciaba con el arreglo de cualquier desperfecto que presentase la prenda a lavar. Una vez en perfectas condiciones, la ropa era sumergida en diferentes tinas o balsas llenas de orina principalmente humana mezclada con agua, ceniza y distintos tipos de arcillas, sufriendo un intenso pisoteo por parte de los esclavos, similar al que recibía la uva durante el proceso de producción del vino. Gracias al amoniaco de la orina las manchas desaparecían y gracias a la ceniza los tejidos eran blanqueados. El último enjuague de la prenda se realizaba en una balsa exterior más grande, denominada “lacuna fullonica”, que contenía agua de lluvia recogida en el “impluvio”. La siguiente fase consistía en escurrir bien las prendas, colocarlas en grandes armazones para su secado y perfumado (este último con sobrecoste por parte del cliente). Dicho perfumado se conseguía utilizando esencias naturales y florales. Previas a su entrega se planchaban en una prensa (pressorium).

La recolección de la orina necesaria se obtenía de diversas formas: inicialmente los anónimos donantes realizaban sus micciones en grandes recipientes colocados en la vía pública. Posteriormente, tras la implantación del “vectigal urinae”, se construyeron letrinas públicas donde los propietarios de las fullonicas pudieron recoger la orina previo pago a las autoridades.

 Por último, destacar otro uso dado a la orina humana que sería totalmente impensable en nuestros días, aunque resultó en su momento muy efectivo. Aprovechando el amoníaco que se consigue tras la descomposición de la misma, era habitual su uso para el blanqueamiento dental bien en forma de enjuague bucal bien en forma de pasta de dientes (mezclada con piedra pómez). Curiosamente Hispania, fue uno de los territorios del imperio donde más implantada estaba esta práctica, como queda reflejado en el poema de Cayo Valerio Catulo:

[...] en el país de Celtiberia,
lo que cada hombre mea, lo acostumbra utilizar para cepillar
sus dientes y sus rojas encías, cada mañana,
de modo que el hecho de que tus dientes están tan pulidos
solo muestra que estás más lleno de pis.

 
                                                             - juancarl 20/18 -




 

 

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